Premio a la vida y obra
de un periodista


Juan B. Fernández Ortega

Señoras y señores:

Debo en nombre de mi padre, quien no ha podido trasladarse a Bogotá para recibir este galardón, agradecerlo en la forma más sincera y complacida como un altísimo honor que él coloca, en el terreno de sus más íntimos afectos, al lado del Premio Cabot que recibió hace muchos años, en Nueva York, en la Universidad de Columbia.

Cuando le comuniqué anoche la buena noticia, que me acababa de ser suministrada por Antonio Sánchez, gerente de Seguros Bolívar en Barranquilla, mi padre me pidió mencionar en este agradecimiento los nombres de los grandes periodistas colombianos que fueron sus modelos y sus guías desde cuando él se inició, a la edad de 16 años, en la que iba a ser la profesión de toda su vida.

El doctor Eduardo Santos, don Enrique Santos (Calibán), don Luis y don Gabriel Cano, don Alejandro Galvis Galvis, don Domingo López Escauriaza fueron algunos de esos preclaros compatriotas. Y antes que todos, el doctor Enrique Olaya Herrera, que fue quien primero tendió la mano a mi padre cuando este se matriculaba en la universidad del general Benjamín Herrera y le permitió vincularse, junto con Guillermo Pérez Sarmiento, al Diario Nacional, templo periodístico en donde velaban armas los jóvenes de esa época al publicar sus primeros artículos, del mismo modo que después iban a hacerlo en El Tiempo de ese otro extraordinario maestro de periodistas y hombre bueno como el pan que es don Roberto García-Peña, cuya ausencia, por motivos ajenos a su voluntad, ya hemos excusado en este acto pero quien participó en las deliberaciones decisivas del ilustre Jurado.

Quiere también mi padre que se diga que lo que a él más lo llena de satisfacción, al contemplar el impulso que han tomado El Heraldo, que él contribuyó a fundar hace 49 años, y los demás periódicos en el territorio nacional, no es solo el avance tecnológico de la impresión electrónica offset en colores, sino también y principalmente la vinculación incesante de los jóvenes valores de todas las regiones del país a esta eterna carrera de relevos, constantemente renovada, que es el periodismo en todas partes del mundo.

A ellos, a los viejos periodistas a quienes mi padre guarda un indeclinable afecto en la memoria y a los jóvenes periodistas a quienes desea la mejor suerte en el futuro, dedica Juan B. Fernández Ortega este Gran Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, que tanto le honra y que tanto quiere agradecer a todos y a cada uno de los distinguidos miembros del Jurado que se han acordado de él para otorgárselo en el momento en que su intensa y meritoria parábola vital se encuentra ya bien avanzada, pero conservando afortunadamente la plenitud de sus facultades mentales que le permiten decir a todos ustedes, señores de Seguros Bolívar y señores aquí presentes: gracias, muchas gracias.